LA ABSORCIÓN DE LOS NUTRIENTES

La absorción es el paso de nutrientes sencillos a la sangre para que puedan ser utilizados por todas las células del organismo.

El intestino está adaptado para la absorción de los nutrientes. Esto se consigue mediante tres niveles de compactación:

El intestino delgado está plegado sobre sí mismo mediante circunvoluciones.

Las paredes del intestino poseen repliegues internos denominados vellosidades intestinales.

En el extremo apical de las células intestinales, denominadas entericitos, se sitúan unas prolongaciones semejantes a cabellos, llamadas microvellosidades intestinales.

 

El intestino posee una longitud aproximada de 4 metros pero su superficie de absorción es de 300 m2.

Los nutrientes, atraviesan por distintos procesos las células intestinales y desde aquí pasan a la sangre. Esta sangre se dirige, directamente al hígado a través de la circulación porta-hepática. Allí los nutrientes son almacenados o bien devueltos a la circulación, para cubrir las necesidades celulares.

En el intestino grueso (colon), se absorbe el agua y las sales minerales, compactándose las heces. Además ocurren otros procesos relacionados con la flora bacteriana que allí se desarrolla de forma simbiótica. Ejerce las siguientes funciones:

  • Fermenta compuestos no digeridos, generando gases que ayudan a la evacuación de las heces.
  • Sintetiza vitamina K y algunas del complejo B, que son absorbidas por el intestino.
  • Crea un ambiente hostil a otros microorganismos indeseados impidiendo que se desarrollen.
  • Las heces se almacenan en el recto y son eliminadas hacia el exterior a través del ano.