La mujer gestante

    Es estado nutricional de la madre antes del embarazo y el régimen alimentito que lleve durante el mismo, influyen notablemente en el resultado final del embarazo, especialmente en el peso final el cual es un facto muy importante de cara a su viabilidad.
    Desde un punto de vista estadístico aproximadamente el 66% de las muertes neonatales tiene como factor determinante la falta de peso (menos de 2,5 kg); el riesgo de mortalidad es treinta veces mayor en nacidos con bajo peso que en nacidos con peso normal. Por el contrario el tiempo de gestación no parece influir en este aspecto. Es decir, un nacido prematuro de peso normal tiene más posibilidad de supervivencia que un nacido a término de peso reducido.
    Sólo una parte del peso que se gana durante el embarazo corresponde al feto, la placenta y el líquido amniótico, de modo que, en una mujer bien alimentada, alcanza 20 % mientras que una mujer mal alimentada puede llegar al 40%.
    El tamaño del feto aumentará conforme la madre gane peso, pero con un límite que puede situarse entre los 17,5 y los 18 Kg. Por encima de estas cifras no se observan incrementos significativos del tamaño fetal, pero sí del riesgo de complicaciones de mujeres de tamaño normal y correcta alimentación.

Necesidades nutricionales 
Energía 

    El aumento de necesidades energéticas responde al aumento del metabolismo durante la gestación, y el crecimiento del propio feto y sus anejos. En la actualidad se considera suficiente un aumento de 300 Kcal. diarias durante el segundo y el tercer trimestre del embarazo. 
Proteínas 
    La necesidad de proteínas adicionales es obvia, dada la enorme síntesis de nuevos tejidos maternales y fetales, especialmente en el último trimestre. La dieta occidental media asegura una buena cantidad y calidad de proteínas. En nuestro medio se calcula que el incremento neto de necesidades proteicas es de 4,7 g/día en las últimas 28 semanas de embarazo. 
Lípidos 
    En términos generales, la cantidad y la calidad de los lípidos consumidos deben ser las mismas que en cualquier otra situación fisiológica, aunque debe tenerse en cuenta una circunstancia extraordinaria durante el embarazo, la necesidad de ciertos ácidos grasos para la formación del sistema nervioso y la retina. En condiciones normales su suministro está asegurado, pero siempre s bueno disponer de un mecanismo adicional que garantice su aporte, lo que es tan fácil como incluir en la dieta una adecuada presencia de pescado. 
Vitaminas 
    Adquieren una importancia especial durante el embarazo.  
  • Ácido fólico. El crecimiento del feto y la placenta, junto con la eritropoyesis fetal, originan un aumento de las necesidades de ácido fólico hasta casi el doble de las recomendaciones habituales.
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  • Vitamina B6. Se recomienda un aumento de esta vitamina. Estas cantidades adicionales se destinan a satisfacer las mayores demandas metabólicas de algunos aminoácidos no esenciales, como la niacina.
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  • Vitamina C. Se recomienda un aumento de entre 10 y 20 mg diarios. Valores bajos de esta vitamina se han relacionado con rotura prematura de membranas y eclampsia.
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  • Vitamina A. No parece necesario un aumento. Por el contrario, su exceso puede tener efectos teratogénicos.
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  • Vitamina D. Es necesaria para el equilibrio del calcio durante el embarazo. Su carencia se relaciona con hipocalcemias neonatales y con hipoplasia del esmalte. Se recomienda un incremento acompañado de suficiente exposición de la luz solar.
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  • Vitamina E. Aunque es rara su deficiencia, se sugiere un aumento sobre el consumo diario.
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  • Vitamina K. Las dietas ordinarias son suficientes para atender las necesidades de esta vitamina.
Minerales
  • Calcio y fósforo. El calcio y el fósforo son extraordinariamente importantes para la formación del esqueleto fetal. Además, la madre debe concentrar en su esqueleto calcio para suministrar en el momento de la lactancia. El problema principal se presenta en el último trimestre del embarazo.
  • Hierro. Es un elemento indispensable, por cuanto contribuye a la formación de la sangre del feto y al propio incremento del volumen eritrocitario de la madre.
  • Cinc. Algunos autores opinan que la deficiencia de este elemento puede ocasionar malformaciones fetales de distinto tipo.
  • Cobre. Se desconoce cómo puede afectar al embarazo. En animales produce malformaciones.
  • Sodio. El aumento de líquidos durante el embarazo genera unas mayores demandas de sodio.
  • Magnesio. Su cuota está cubierta por una dieta normal.
  • Flúor. Ejerce una especial influencia tanto en la formación de la dentición primaria, como en la resistencia a la caries que tendrá la dentición permanente del neonato. También es muy importante en la salud dental de la madre.
  • Yodo. Su deficiencia provoca bocio en la madre y cretinismo en los niños. El uso de sal yodada es una medida recomendable siempre.